¡Adiós a las manchas de la piel!

En verano, exponemos nuestra piel al sol más de lo recomendado. Incluso a veces, no aplicamos bien la protección y acabamos con la piel quemada. Pero el sol no solo quema la piel, también provoca manchas, sobretodo en cara y escote.

Las manchas en la piel son un problema que preocupa a muchas personas, a veces desde un edad muy temprana, se dan casos a partir de los 20 años. Se ocasionan por diferentes causas como cambios hormonales, la exposición prolongada al sol, la toma de anticonceptivos, el embarazo…

La exposición prolongada y acumulada del sol y puede tener efectos muy negativos en las personas. Se ha demostrado que el sol provoca grandes daños en el ADN de las células, aunque en el momento no deje lesiones visibles, pero con el paso de los años, los efectos acumulativos del sol provocan envejecimiento prematuro e incluso cáncer de piel.

Existen diferentes tipos de manchas, pero las producidas por la exposición solar son los lentigos, que aparecen en áreas fotoexpuestas como la cara, el cuello, el escote y las manos.

Se realiza un estudio exhaustivo de la mancha, para poder descubrir su causa, ofrecer un buen diagnóstico y realizar el tratamiento más adecuado. Se utiliza una luz ultravioleta de Wood para poder analizar la mancha en profundidad y así, ver lo que ocurre en las capas más internas de la piel; según en la capa que se encuentre la mancha, recomendará un tratamiento u otro.

En el caso de lentigos el tratamiento se realiza con sistemas de luz: láser o luz pulsada. Después del tratamiento, la mancha se suele oscurecer durante 10 días, aunque no se observan costras en la piel. Los lentigos desaparecen, aunque pueden volver a aparecer en otra zona, ya que son debidos al daño solar acumulado.